0288. LOS DÍAS DE CABIRIO

Sinopsis

Cada hombre nace con un sino claramente marcado. Y Alfredo Velázquez no iba a ser una excepción a la regla. Había nacido para empleado, para pasar apuros a fin de mes, para tardar años y años en poder reunir dinero para la boda y para, ¡cómo no!, vivir tan reprimido como el ochenta por ciento de sus compatriotas, ya que su novia, como las del ochenta por ciento de sus compatriotas, era pobre pero honrrada. Pero Alfredo Velázquez, se diferenciaba de los demás en una cosa: al menos una vez trató de salir de la 'fosa común' del aburrimiento hispánico. Y así, se fue a la costa para ser palanquero... Que ¿qué es eso de palanquero? Vamos, señores, pero ¿en qué mundo viven? Palanquero viene de palanca..., y es una profesión..., bueno un oficio que se trata de ... Tiene gracia, que ahora no voy a saber cómo explicarlo. Bueno, ¿ustedes conocen a esas lindas criaturas que venden sus encantos a los hombres para poder vivir? Pues el palanquero hace lo mismo, pero al revés. Es decir vende su 'palmito' a las extranjeras pasionales que invaden cada año nuestras costas, a cambio de dólares, libras o cualquier otra moneda de cambio fuerte. Y allí se fue Alfredo a luchar contra su sino... Y perdió. Perdió porque estaba escrito... No ligó ni un trío de nueves y además siempre estaba cansado y tenía sueño... ¡La falta de costumbre! Ni el apoyo de una organización internacional para la explotación del 'palanquero celtibérico', ni la ayuda y consejos de una peripatética con éxito que le tomó bajo su protección, consiguieron gran cosa. Alfredo volvió a su trabajo... ¿de vacío? No, eso no. Algo había aprendido, y era esto: 'Con las mujeres, ordeno y mando. Yo hago esto porque me da la gana, y tú, a obedecer.' Y así, en la primera entrevista con su novia, tras el viaje, trató de terminar con uno de sus problemas: el sexual, y.. .'¡Me voy a casar contigo porque me da la gana! ¡Y la boda empieza ahora mismo! ¡Quítate el vestido!...' Alfredo no pudo seguir. Un fabuloso zapatazo de su dulce novia le puso fuera de combate, y es que Alfredo había olvidado que 'la española, cuando besa, es que besa de verdad...'

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